top of page

A lo nuevo, nuevos

“Nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar.” (Marcos 2:22)


A menudo, cuando Dios empieza a hacer algo nuevo, queremos volver a enfrascarlo, forzosamente, en nuestras reconocidas formas viejas, entonces se quiebran y todo se desparrama. ¿Tendrá que extinguirse esta generación en el desierto para que la nueva posea lo nuevo, o al fin estaremos dispuestos a ser renovados? Nada de lo conocido podría servir de precedente a lo que sólo Dios conoce que quiere hacer. ¿Estaríamos dispuestos a rendir todo, para recibir lo nunca antes visto, ni oído, que ni ha sido imaginado? Solemos ser tan tercos que Dios tiene que quebrantar nuestra vasija una y otra vez, y otra vez…, hasta que dejemos de estorbar su obra al aferrarnos a fragmentos viejos, queriendo reconstruir nuestros pedazos. Pero cuando ya hemos sido triturados hasta el polvo, es Dios quien nos hace otra vez, diferentes, y mejor que antes, para portar algo aún más excelente de un nuevo tiempo a su servicio, a fin de llevar mayor gloria a su reino y a su nombre.


“Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman.” (1 Corintios 2:9)

“Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras. Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla. Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo: ¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel.” (Jeremías 18:2-6)

bottom of page